miércoles, 9 de noviembre de 2016

No era una pesadilla

Imaginen a una persona que habla de los mexicanos como violadores y criminales. Imaginen a un individuo que para evitarlos promete hacer un muro en la frontera. Sí, un muro como aquel que hubo en Berlín que separaba a los pueblos en vez de unirlos. Imaginen ahora a un magnate inmobiliario que jura no dejar entrar a los musulmanes en Estados Unidos porque para él, todos son ISIS. Por último, imaginen que un hombre con estos ideales racistas y xenófobos se convierte en el presidente número 45 de la primera potencia mundial. La carrera de Donald Trump hacia la Casa Blanca ha sido fulminante. Nadie pensaba que podía convertirse en el candidato republicano para la presidencia, y lo consiguió, y mucho menos se pensaba que se convertiría en presidente. El triunfo de Trump es aquel que se consigue gracias al carisma de un personaje público, y no gracias a un programa. Dentro de su partido, Trump estaba prácticamente sólo, sin apoyos. Para que se hagan una idea, ni George Bush, aquel que invadió Afganistán en 2001 y que provocó la guerra de Iraq en 2003, lo veía como un candidato serio. A Donald no le hacían falta apoyos internos, estaba consiguiendo provocar un movimiento nacionalista que le iba a catapultar a ser el hombre más poderoso del mundo.

La victoria de Donald Trump es la derrota de los medios de comunicación de todo el mundo. La prensa siempre juega un papel crucial a la hora de influir en unas elecciones generales. Esta vez consiguieron influir hacia el lado que no querían. Donald Trump se convirtió en el negocio perfecto para los medios de información, un tío que vendía, al que se le reían las gracias cada vez que decía alguna burrada, tales como "Si gano, devolveré a los refugiados sirios a casa". La propia prensa le hacía campaña con publicidad exagerada y gratuita, justo lo que quería el magnate. Así lo refleja en su libro "El arte de la negociación", escrito en 1987 donde explica en ocho puntos como mostrarse ante la prensa. La publicidad gratuita según tus modales estaba incluido en el libro. Así lo hizo.

La audacia de Trump con los medios contrastaba con el nerviosismo a medidas que se acercaban las elecciones de Hillary Clinton. Ella, la candidata demócrata, no supo jugar con las burradas de su rival. Su actitud protocolaria y su mensaje no calaron en la sociedad, quien sabía de ella que desde 1992 en el poder, y con los casos de corrupción presentes, no había conseguido nada. Trump era un desconocido político que supo promocionar su papel de aire fresco en los norteamericanos, aprovechando el descontento social lanzó una serie de promesas que si calaron. Hillary, por su parte, no vendió el ser la primera presidenta de la historia de los Estados Unidos.

Afroamericanos y voto oculto jugaron un papel fundamental. Las encuestas no supieron leer el pensamiento de los ciudadanos. La mayoría silenciosa, aquella que vota a Trump pero no se atreve a decirlo frente a una persona desconocida fue vital. Afroamericanos por su parte no fueron a apoyar a Clinton, quien no supo ganarse su voto, y muchos de ellos no acudieron a votar, al no verse reflejados en ningún candidato a la presidencia.

La repercusión mundial a esta victoria es tremenda. Se aproximan elecciones en países tan importantes como Francia, Holanda y Alemania, y el mensaje nacionalista de Trump gusta a la ultraderecha europea. Un mensaje nacionalista del estadounidense que lleva consignas como el racismo, la homofobia, la xenofobia o la violencia. El miedo que genera Donald es real. Las bolsas internacionales así lo confirmaron al saberse los resultados.

Hoy día dejen de imaginar y despiértense. No era un sueño, no era una pesadilla. Hemos pasado del primer presidente negro de Estados Unidos al hombre que quiere construir un muro en la frontera con México. Nadie lo pensaba. "¿Quién va a votar a este loco?" pensaban muchos. Un ciudadano cubano en los Estados Unidos me dio la clave: "Preferimos a un loco que a una corrupta". La imagen de Clinton no era la mejor para combatirle. El pueblo que no conoce su historia, está condenada a repetirla.


Foto: Deutsche Welles
Pablo Vallejo (@vallejobotaro)

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